Reina del basural
Nuestro amor fue un sepulcro de lodo envenenado; nuestros corazones, antorcha que la lluvia no ha olvidado destrozar. Hoy te reinvento como se recuerda un cisne hundido en un estanque de cuervos, una reina que corriese por el basural descarriado con el pelo al viento. Hechos el uno contra el otro, no esperabas sino el desprecio que emerge del desamparo. Aun así, la vida nos reservaba una felicidad mayor que la impiedad: me enamoraste para destruir cualquier posibilidad de retorno, porque esperabas una porción de odio correspondido. Aun así, sobre el amor triunfamos: un día me largué para no regresar jamás, pero arribé a la estación de espantos que es el reencuentro y reías con el rencor acumulado de tus antiguos amantes. Allí supe adónde se dirige el olvido; entre espinas perfumadas comprendí que sobre el amor triunfamos. Mi reina del basural, amada enlodada de besos enloquecidos por la explosión de luz, acosada por el canto bestial de mis cuervos: espérame donde nadie nos importune, en el fondo del mar obcecado por las dunas silvestres, donde las flores artificiales desfallezcan, corazón apagado bajo el manto de una lluvia de estiércol.
Nan Chevalier
Del poemario: "Espectros Diurnos"
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